Dice un refrán muy antiguo que lo bueno dura poco. Y ese es el primer pensamiento que me ha venido a la cabeza al ver la última temporada de esta excepcional serie. Y la elección de su título le viene como anillo al dedo. Porque desde el principio sabíamos que estaban condenados por su condición de esclavos, pero siempre hay que creer en la esperanza, en esa en la que creen nuestros protagonistas.
Spartacus ha ido reuniendo cada vez a más esclavos y se ha hecho con un ejército importante para hacer frente a los romanos, esto ya ha dejado de ser un pequeño problema para Roma y encarga a Craso que acabe de una vez con el poderoso tracio. ¿Quién se llevará el gato al agua?
SPOILER: Como en anteriores temporadas, Spartacus se enfrenta a su antagonista Craso, quien estará muy cercado por la figura de su hijo Tiberio el cual anhela hacer algo importante para ganarse los favores de su padre y un gran soldado, Julio César quien rivaliza con Tiberio por conseguir su propia grandeza.
Marco Licinio Craso el hombre a quien el Senado le encomienda acabar con la rebelión
Tiberio Licinio Craso, quiere ser como su progenitor
Julio César, es escogido para la misión de aniquilar a Spartacus y los suyos
Marco Craso comienza a entrenar con un ex-gladiador para poder enfrentarse a Spartacus, quien sigue sumando activos a su causa y haciendo crecer su número de hombres. Pero están en una pradera y son vulnerables, así que acuden a una ciudad que le menciona un esclavo. Una vez allí acaban con los romanos y la hacen suya.
Habrá que buscar un lugar más seguro para no ser pasto fácil de las huestes romanas
En la ciudad son atacados por los hombres de Tiberio, pero estos salen perdedores y con muchas bajas. Así que Marco Craso ingenia meter a Julio César como un esclavo y debilitar al enemigo desde dentro. Y así lo hace haciendo huir a la gran mayoría al desfiladero. Tiberio pierde a su mejor amigo por culpa de un castigo de su padre y en represalia, viola a la esclava favorita de este. La esclava ante el futuro que le espera decide unirse a la gente del tracio.
Crixus piensa de forma diferente a Spartacus, quiere atacar Roma, mientras que el tracio desea seguir y pasar las montañas para estar fuera del territorio romano. Así que se separan y Crixus muere en el enfrentamiento con los hombres de Marco Craso.
Un Dios de la arena con un final no digno de su grandeza
Spartacus logra capturar con vida a Tiberio y a otros soldados romanos que usa en una especie de Coliseum romano para deleite de los suyos. Y a Naevia le da el privilegio de dar muerte al hijo de Craso, pero este pide a su hijo a cambio de la libertad de 500 esclavos y acepta. Sin embargo, no se llega a realizar el intercambio, ya que Kore lo asesina delante de todos por su violación. Ella regresa con Julio César ante Craso, pero este la tratará como a una esclava a partir de ahora.
Y llegamos a la batalla final, donde un gran ejército romano se enfrenta a los esclavos de Spartacus, quien haciendo gala de su astucia y conocimientos militares provoca muchas bajas en el rival.
Spartacus coordinando a sus hombres para el enfrentamiento final
El ejército romano es muy superior en número y la balanza se va inclinando irremediablemente a su lado. Se producen muchas bajas importantes.
Naevia lucha hasta el último suspiro, contenta por reunirse de nuevo con Crixus en el más allá
Spartacus consigue enfrentarse a Marco Craso en solitario y lo tiene ya vencido para darle el golpe de gracia, pero en ese momento un grupo de romanos lo atacan con lanzas y evitan que mate al cabecilla del ejército.
Los soldados romanos evitan la muerte de Craso a manos del tracio
Aparecen los hombres de Spartacus y se lo llevan muy mal herido, le queda poco de vida y les da los últimos consejos para que se pongan en libertad. Agradece el poder morir como un hombre libre y volver a reunirse con su amada esposa.
La muerte de Spartacus como colofón a la serie
El resto de esclavos supervivientes seguirán caminando hasta la ansiada libertad. FIN SPOILER